Una amiga (de las que uno suele llamar hermana) lo dejó olvidado al mudarse, y cuando me tocó a mi mudarme lo vi y me dije: me lo llevaré así nunca lo lea... pues el libro literalmente me estaba estorbando y no me llamaba la atención. Parecía una novela muy rosa y aburrida.
Sin embargo, ando en una onda de leer todos los libros pendientes que tengo en una caja guardados, en parte porque para eso los compré y por otro lado porque debo deshacerme de un montón de cosas que más adelante sólo ocuparán espacio que necesitaré para otras.
Así que llegó el momento de leerlo. Lo empecé el lunes de esta semana de abril y lo terminé hoy sábado y resultó que sí, era una novela un poco rosa, sobre el amor paternal y de pareja, lo que se sacrifica en un matrimonio por las apariencias, lo que callamos y nos hiere profundamente, unas veces por miedo, otras por costumbre, nuestra relación con Dios en cualquiera de sus acepciones, las relaciones familiares.
Sin embargo, una novela que también tiene un gran contenido dramático por un pasado tormentoso que la protagonista no logra superar por muchos años, sentimientos de resentimiento y odio. Pero Dios aprieta pero no ahorca, y así, Dios se le presenta en la encarnación de un hombre que le muestra compasión, comprensión, cariño y bondad.
La autora Joan Brady es conocida por escribir novelas con lenguaje contemporáneo, fáciles de leer, con mensajes inspiradores y con la presencia de Dios, diría yo, un poco de autoayuda espiritual para no olvidar que Dios adopta múltiples formas para dejarnos entrever su presencia en nuestras vidas. Si llegara otro libro de ella a mis manos, sin duda lo leería con gran placer.
Editado por Vergara, en edición de tapa dura y cubierta de cartulina glacé. Solo me quejo de un par de errores de edición (palabras repetidas o faltantes).
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